Reproducimos el capítulo 3 (Fantasmas en la calle Melliza),del libro El paraíso abatido del periodista José María Gómez donde describe los primeros días del levantamiento militar tal y como lo vivió él en Dos Hermanas, testigo gráfico-literario de unas jornadas complicadas también en nuestro pueblo y de las que hay poca documentación.
Fantasmas en la calle Melliza
El casino de la Unión Mercantil se ubica en Los Cuatro Cantillos, donde confluyen y se parten en cuatro tramos las calles de Canónigo y Santa María Magdalena. Es un local no muy espacioso, pero confortable, que conumíca a la izquierda con el bar y servicio de higiene. En invierno las mesas son de camilla que se caldean son lumbre de cisco o picón en brasero de cobre. Los propios socios suelen remover para avivarla con la badila del mismo metal.
En esta mañana del 13 de julio, las mesas han sido sustituidas por otras de hierro y tapas de mármol. Se alivia la alta temperatura de la canícula con un gran ventilador prendido del techo en el centro de la sala.
Aún se respira en las dependencias del casino la tensión en los ánimos por el suceso del día anterior, el asesinado del Teniente de Asalto José del Castillo en Madrid, Castillo era miembro dela Unión Republicana Antifascista y, asimismo, instructor de la milicia de la Juventud Socialista. las investigaciones han concluido en que fue abatido a tiros por un pelotón de cuatro falangistas.
¿por qué hoy se nota un ambiente de alarma y de inquietud en los socios que concurren en mayor número de lo habitual?
Alguna noticia de mucha importancia ha debido trascender, pues ha sido colocado un receptor encima de un mueble trinchero, que acapara la atención de la totalidad de los concurrentes. La voz del locutor nos saca enseguida de dudas:
«A las tres dela madrugada pasada en la capital de España, después de haber sido objeto de un secuestro por supuestos Guardias de Asalto y activistas del Frente Popular, según fuentes de la CEDA, ha sido asesinado el diputado y jefe del bloque nacional en el Congreso, D.José Calvo Sotélo. Su cuerpo ha aparecido, con varios disparos en la cabeza, en el cementerio del este, donde fue abandonado por los propios autores del homicidio».
La reacción es en buena parte condenatoria:
- ¡Qué salvajada!¡Crimen horrendo!¿Quienes detienen a estos homicidas?
Pero también los hay que van contracorriente:
--Este crimen quiere lavar la sangre del otro anterior, el del teniente Castillo, achacado a la derecha. Las conspiraciones van a estar a la orden del día. Unos y otros hundirán a la República.
En una de las mesas donde se había suspendido la partida de dominó. Los contendientes parafrasean cono reserva.
- Era de esperar. Un crimen siempre es despreciable -juzga pedro el maestro de primaria. Y añade de plano: -Pero muy graves han sido las continuas provocaciones de Calvo Sotélo en el Parlamento.
-¿Qué puede pasar ahora? -pregunta Lucas, propietario de una carpintería.
- Que podrían ponerlo en claro los falangistas de la calle Melliza
- Contesta muy seguro Carmelo.
- ¿Por qué ellos?, Vivimos en Dos Hermanas, no es Madrid, donde fermenta el hervidero.
- No hace al caso. Esa gente tiene secreta y persistente conexión con su jefe. ¿Acaso ignoráis que en la casa (hasta 1980 estuvo fijada en la fachada una lápida que testimoniaba el episodio) de esa calle encontró refugio José Antonio la noche en que iba a ser detenido después del mitin de Sevilla? -replica Pedro.
-Por cierto -interviene Lucas-, ¿no es esa donde los vecinos aseguran haber visto correr fantasmas de madrugada?.
-Sí, sí,fantasmas -asiente con sorna Pedro-. ¡Camisas acules como «almas en pena» para ahuyentar a los timoratos y así poder esconder armas en la casa!
En otras mesas, diferentes socios comentan con ímpetu o zozobra el acontecimiento del día. La radio no cesa de emitir nuevos pormenores del homicidio, con declaraciones de personajes de distintos estamentos que lo condenan o destacan rasgos y proceder del difunto.
En la calle, una oleada de mujeres aceituneras vuelve al trabajo después del almuerzo. Se produce un desconcierto en el enjambre, al irrumpir una recua de asnos que transporta albero de una cercana cantera. las tiendas cierran y del Ayuntamiento van saliendo los funcionarios que han cumplido la media jornada de trabajo. En la calle Real, hasta hace poco rotulada Nuestra Señora de Valme, ahora es de José Nakens, se han instalado parte de los arcos que formarán en la cercana velada de Satiago y Santa Ana.
Un hombre, ya anciano que camina hacia el Arenal, le dice al pasar a uno de los operarios que instalan los elementos efímeros de la fiesta:
- Bien por esos palos que levantan ustedes. - Y añade riendo-: Muchos más harán falta para colgar a tantos cerdos capitalistas.
Fuente: Edita José María Gómez Sanchez. Ediciones Gráficas Nazarenas, S.L. ISBN: 978-84-617-3745-1
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